Que siga la Juerga
Por EVELYN P. ROMANI
Por EVELYN P. ROMANI
En esta sociedad globalizada, cada vez se adquiere nuevas costumbres, nuevas modas, nuevas diversiones. En la época moderna, los jóvenes salían a escuchar la música de piano y a los cafés. Posteriormente, con el surgimiento de las discotecas, los jóvenes asistían a ellas con el fin de bailar, conocer chicas, en un ambiente de música y tragos. Poco a poco la diversión de jóvenes fue extendiéndose para los adolescentes. Fue así que se crearon las famosas matines.
‘Matiné’ es la reunión, baile o espectáculo que tiene lugar en las primeras horas de la tarde. Fueron creadas como un espacio de diversión para los adolescentes. Donde puedan satisfacer sus motivaciones propias de su edad, como el acudir a las fiestas, socializarse con las chicas, entablar relaciones afectivas de amistad.
Sin embargo las normas que las regulan se cumplen a medias. Y es que estos espacios de rotundo sello adolescente funcionan con códigos nuevos y expresan las problemáticas propias de los tiempos actuales. Es así que actualmente estos lugares no respetan ni horarios, ni normas de consumo dentro de ellas.
Ahora la edad de los adolescentes que acuden a estos centros no fluctúa entre los 15 y 18 años, sino que muchas veces asisten niños desde los 12 hasta adultos de 28 años. Esto se da porque no hay un control riguroso en las puertas de dichos centros y la autoridad no presta la mínima atención a este hecho. El horario es el menos respetado, puesto que acuden a los centros no solo de tarde sino que se pueden quedar horas avanzadas de la noche, e incluso de madrugada. Muchos chicos prefieren asistir a estos lugares, faltando a sus centros de estudios. Dentro de estos sitios tienen alcance a las bebidas alcohólicas, cigarrillos, y hasta drogas.
Es fácil deducir la irresponsabilidad de las autoridades quienes han dejado de lado al futuro del país, los jóvenes que cada vez se van perdiendo más en estos vicios sin ser orientados de una forma constructiva e inteligente.
Lo único que me queda decir a los padres de familia, como joven que soy y puedo ver de cerca este gran problema, es que no caigan en el error de prohibirles cosas, sino que acompañen a sus hijos y compartan con ellos su diversión. Para retrasar la asistencia de sus hijos a estos lugares, podría empezar generando espacios alternativos, como bailes o fiestas asociados al ámbito escolar.
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